Transmilenio colapsado
Reconozco que soy un ferviente admitrador y defensor de Transmilenio. Me parece un sistema eficiente, seguro y fácil de usar. Además, ecónomico en su construcción y operación, en comparación con otros sistemas de transporte masivo existentes alrededor del mundo.
Sin embargo, es inocultable que se superó de largo su capacidad instalada, lo que la ha llevado al colapso. Esta saturación es apenas obvia si se tiene en cuenta que en poco menos de 10 años, el sistema pasó de transportar algo más de 1 millón de pasajeros diarios a los alrededor de 1.700 mil que transporta actualmente, utilizando prácticamente la misma infraestructura (en los últimos 6 ó 7 años no se ha inaugurado ninguna nueva troncal).
Una democracia sin educación es payasada. Los políticos saben muy bien que es preferible tener a una población ignorante en distintos temas para poder influenciarlos y tomar sus decisiones que buscan beneficios propios de una forma más fácil. Es asi como los últimos alcaldes bogotanos, coincidencialmente cobijados dentro del Polo (a pesar que Petro, estratégicamente, cambió de bando al inicio de las elecciones pasadas) han prometido a la incauta población bogotana la construcción de un metro como solución a la problemática movilidad de la capital del país. Para lograrlo, Transmilenio y su otrora buen servicio se posicionaban como un inconveniente, por lo que la mejor solución fue dejarlo de lado, logrando que la gente se aburriera del servicio y pidiera nuevas alternativas de transporte. A eso, además, hay que sumarle los intereses de los grandes transportadores, financiadores de campañas políticas, y a los que, casualmente, nunca se les han organizado protestas ‘esporádicas’ en su contra.
Los planes originales del sistema implicaban que en este momento, Transmilenio debería estar operando por la Séptima, Décima, la Avenida Eldorado, la Boyacá, la Calle 19, la Calle 170 y la Avenida Primero de Mayo y para el periodo entre 2011 y 2018 se debían construir la Avenida 68, la ALO y la Calle 200. Eso significa que por ejemplo yo, que trabajo por el sector del Parque de la 93, debía tener como alternativas la Séptima, la Calle 100 y la Autopista Norte para llegar/salir a/de mi oficina.
Por el contrario, el sistema sólo ha llegado hasta su segunda fase, cubriendo a duras penas las troncales Caracas – Autopista Norte, Carrera 30, Avenida Suba, Calle 13 – Américas. Obvio, así el sistema cómo iba a colapsar? Obvio, así como la gente no iba a querer metro? Si a eso le sumamos una ineficiente administración del sistema, las condiciones están dadas…
Porque no es lógico que en horas pico los buses demoren más de 7 u 8 minutos (incluyendo las llamadas ‘rutas fáciles’, cuya promesa era de transitar máximo cada 2 ó 3 minutos). No es lógico que no se haya creado algún sistema que promueva la compra de más de un pasaje, evitando la congestión tipica al ingreso de las estaciones. No es lógico que se vean más buses ‘en tránsito’ en horas pico que en horas valle. No es lógico que se haya abandonado la campaña de cultura ciudadana que ayude a que la gente aprenda a usar este tipo de sistemas. Y claro, no es lógico que se haya dejado de lado el plan original de construcción de nuevas troncales del sistema. Con tantas cosas ilógicas, era lógico que el sistema colapsaría. Y lo bien que le viene eso a muchos…
Mientras tanto nuestro alcalde se va una semana a Francia (curiosamente sede de Alstrom, uno de los principales proveedores de sistemas férreos en el mundo), donde se le ilumina la mente y propone un sistema de tren ligero para la emblemática Carrea Séptima…